Cuál es la causa más frecuente cuando cometemos un error?
Solemos pensar que cuando incurrimos en un error, sea de la clase que sea, en cualquier ámbito de la vida, que hemos incurrido en algún tipo de fallo de raciocinio.
Por lo general culpamos a nuestro yo racional por haber «fallado».
A veces esté fallo se disculpa internamente por causas externas; cansancio, falta de información, pero casi nunca culpamos a nuestras emociones por ello.
Resulta difícil justificar los errores por «ser como somos», una mezcla de pensamientos racionales agitados en una coctelera emocional.
Casi nadie a la hora de explicar cómo «por su culpa» se ha visto en una situación difícil argumenta que al fin y al cabo se dejo llevar por un impulso.
Tampoco explica que ese impulso tan frecuente en él resultó no estar sustentado por nada real y por lo tanto le provocó un pequeño desastre. Sería algo así como asumir que no damos para más…
Cómo son los errores en el ajedrez?
En mi entrevista con Daniel Muñoz, autor de Thezugzwangblog, obtuve una respuesta sorprendente al preguntar por las virtudes de un ajedrecista. Desde entonces estoy pensando en ello; me dijo que debía tener poco ego!!!
Me dijo también que tenían que ser personas que asumen muy bien sus errores.
La verdad es que no era la respuesta que esperaba. Me imaginaba algo así como tener una poderosa imaginación, poder calcular variantes sin problemas, no sé, algo de ese estilo.
Luego al reflexionar sobre su respuesta supe que asumir muy bien los errores no significaba que debían encajar bien las derrotas para poder volver a colocarse frente a un tablero. Había algo más profundo en su respuesta.
Es obvio que, Magnus Carlsen aparte, todos somos falibles. En una partida de ajedrez se hace una media de 30 a 60 movimientos que son escogidos cada vez entre varias opciones posibles.
Tratar de minimizar entre este volumen de decisiones los errores al mínimo acaba siendo nuestro principal objetivo. Hay que ser bastante humilde para reconocerlo.
Pero además es muy importante que en todo momento seamos conscientes de nuestra situación. Vamos ganando o perdiendo? Debo atacar o sería mejor asumir que mi contrincante me está ganando la partida. Creo que por ahí iban los tiros. Hay que ser objetivo con nuestra situación.
Una alta dosis de ego no suele facilitar las evaluaciones objetivas.
Durante la partida nos dedicarnos a calcular como unos enloquecidos jugadas geniales. Sin embargo deberíamos estar más pendientes de domesticar nuestros impulsos y ganas de ganar para no ver ventajas donde no las hay. Ahí acaba la lección.
En una estadística que muestra Daniel Muñoz en su interesante libro «El método Thezugzwangblog» nos muestra que el campeón del mundo de ajedrez no gana más partidas que un jugador de club, lógicamente entre jugadores de su nivel. Pero sin embargo la estadística es demoledora en cuanto a partidas perdidas. Un jugador de club, sobre los 1800 puntos ELO, pierde el 41% de las partidas jugadas mientras que Magnus Carlsen sólo pierde el 12%. Para ser un buen jugador no es tan importante ganar como no perder.
Qué podemos aprender de los errores con el ajedrez.
Lo anterior es muy claro. Pierdes la partida cuando cometes errores, evitarlos debe ser el objetivo no ganar la partida. Tu cerebro se está de veras transformando si asumes este principio.
Cuando hablaba de porqué deben los niños aprender ajedrez en el colegio mencionaba las innumerables virtudes de su aprendizaje, lo bueno que resulta en el aprendizaje en la toma de decisiones y muchas otras virtudes que menciono.
Pero si tuviera que escoger un mensaje que transmite, aparte de la saludable competición entre niños y niñas al mismo nivel, sería que una partida de tablas es tan buena como una ganada.
Nos satisface mucho ganar, haber conseguido doblarle el brazo a nuestro rival y demostrar que, esa vez, hemos jugado mejor. Pero no hay nada tan saludable como la conversación honesta y relajada acerca de una partida disputada y terminada en empate en la que se analizan las alternativas que ha tenido cada uno. Seguro que hubo momentos en los que la balanza podía haber caído de uno u otro lado pero es probable que un juego exento de errores graves condujo al empate.
Esto es exclusivo del ajedrez. Por lo general los juegos y deportes rara vez conducen al empate tan frecuentemente como en el ajedrez.
Hay mucho que aprender de los errores y mucho más sobre cómo evitarlos.
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