En un tablero de ajedrez puede parecer que hay una restricción muy grande de las posibilidades debido a lo limitado de sus dimensiones. Sin embargo sabemos que las posibles partidas y movimientos son enormes. Hasta el momento no hay una computadora que haya podido calcularlas todas.
Cuando empezamos a jugar a este juego y aprendemos las primeras nociones teóricas y de aperturas. Enseguida asimilamos ciertos patrones que reproducimos en muchas partidas. Nos sentimos cómodos sin abandonar los caminos trillados. Pero también nos hace figurarnos que el juego está más restringido de lo que en realidad está. Es como si al aprender se cerrase nuestro ángulo de visión y sólo pudiéramos alcanzar a ver los caminos muchas veces transitados. En algunas ocasiones, felizmente, nos salimos de esas rutas ya conocidas. Elaboramos planes originales a partir de un solo movimiento que se sale de lo cotidiano. A partir de ese punto y si hemos estado iluminados en su concepción podemos disfrutar de una partida vibrante y con suerte favorable.
Cómo planteamos la ruptura
Es evidente que no todo vale para salirse de lo «normal», en primer lugar tiene que estar soportado por el primer plano de análisis, la táctica. Si perdemos una pieza o varias en nuestra feliz aventura no va a ser muy emocionante lo que siga.
Este movimiento «extraño» no debe ser sólo un alarde de originalidad, tiene que buscar un objetivo. Tiene que estar inspirado por un plan, quizás inalcanzable por el momento pero tiene que ser la luz que ilumine los siguientes movimientos. Es probable que este plan se encuentre con la réplica del adversario. Entonces, y a medida que avancemos, tendremos que modificar el plan inicial. Las condiciones han variado. y se abren otras oportunidades y amenazas que tendremos que evaluar.
Por último antes de dar el paso decisivo tenemos que reflexionar sobre si es coherente con la posición. Intentaremos adivinar las complejidades a las que dará lugar. En esta evaluación última debemos tratar de establecer la filosofía de la ruptura y si esta dará lugar a nuevas oportunidades o sólo es un movimiento táctico que busca ganar una pieza. Estos movimientos además de perseguir un objetivo concreto suelen generar otros subproductos que son aprovechables también, no ahora, más adelante y que mejoran nuestra posición. Si además nos dota de flexibilidad en nuestra posición estaremos ante una variante muy prometedora.
Cómo lo llevamos a la práctica
Puede parecer ambigua toda esta reflexión acerca de las variantes creativas. Pero seguro que se vislumbra algo más que ajedrez en ella.
Poner en marcha otro tipo de ideas distintas de las que manejemos con asiduidad, soluciones creativas que pueden parecer una locura, no es tan fácil como plantearlo y soñar con ello. Lo normal es que al final lo desechemos y sigamos con los patrones habituales. Sólo si lo fundamentamos en la estructura de una reflexión profunda las podremos llevar a cabo. Quién no se ha planteado alguna vez en un momento de crisis una ruptura total con su vigente plan de vida. Pensar que uno sería más feliz montando un chiringuito en la playa es un bonito sueño. No creo que sea algo sencillo aunque quizás sí inspirador.
Pero una vez superados todos los problemas tácticos; ¿Es de verdad ese nuestro objetivo?. Hay algo en tu trayectoria vital que te incline a pensar que vas a encontrar la motivación necesaria para llevar a cabo ese plan? Cuál es la filosofía de ese cambio o se trata del cambio por el cambio?. Sabes que necesitas romper pero quizás es mejor seguir indagando en busca de un plan. Es fundamental que se adapte a nuestras cualidades y que podamos acometerlo con la esperanza de sacarlo adelante.
El ajedrez ayuda a disfrutar del éxito de una idea original, creativa y divertida. Hacer esto mismo en la vida es infinitamente más satisfactorio.
¿Cuando te has salido de lo cotidiano cómo fue tu comienzo?
.¿Lo quieres poner en común?
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